Bazar de deseos que aún no han sido anhelados por nadie.
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Amarga sinfonía de luces y sombras, mostrando álgidos momentos de discernimiento, o sumiéndonos en la caótica confusión.

Focos con telones estrellados, centrados en la roca deslizante, la que caerá en el olvido, no sin antes haber pretendido, resistir al silencio implacable.

Incesante concierto asfixiante, en el que exhalaremos esencias perennes, mientras golpeamos con fuerza, los instrumentos que nos fabricamos.